En la despensa de mi casa no falta el jamón del diablo. Sí, eso que viene en la lata. Crecí comiendo jamón del diablo con galletitas saladas; si quería ponerle pifia, un poco de mayonesa y ya estaba… “tremendo dip”.
Como siempre está en la despensa, a mi hija menor le encanta. Ella se lo come de la lata. Seguramente más de uno de ustedes se escandalizará porque la dejo comer eso; otros estarán pensando: ¡guácala!, jamón del diablo.
El caso es que no puedo culpar a mi hija. Primero porque yo lo compro; segundo, porque parece que ese gusto le viene por herencia.
En el recetario de Julia me encontré con una receta que me llamó la atención. Pudín de maíz con…tatatatan… jamón del diablo. ¿Para qué la usaría? ¿Un acompañamiento? Mi mamá no recuerda haber comido eso en la casa de mi abuela.
Se leía prometedor. Me gusta el suflé de maíz y el jamón del diablo, y bueno, esta combinación sonaba bien. La hice dos veces y creo que no la haré más.
La primera vez fue siguiendo la receta de la tarjetita al pie de la letra, y salió como debía, delicioso olor a mantequilla y maíz, sabor saladito a jamón del diablo, textura de… flan y esa parte que no me gustó, aunque mi esposo asegura que estaba riquísimo.


Así que me puse a pensar qué podía hacer para que la receta me gustara a mí. Ojo, porque la receta me salió tal cual dice el título de la tarjeta, un pudín… salado.
Conversé con varias personas, una me dijo que moliera el maíz, otra me dijo que usara menos líquido (creo que esa tenía razón) y bueno, a mí se me ocurrió levantar las claras para hacer un suflé.

Pudín de maíz y jamón del diablo… Segundo intento.

Cuando salió del horno se veía prometedor… la cuchara entró y sí se veía la textura que yo quería, pero llegué al fondo y… flan…Este no lo probó mi esposo. Apurada, se los traje a mis compañeros de trabajo. Unos repitieron, otro se lo comió con cara de sufrimiento y otra lo regaló, pero todos sonrieron. Nos reunimos, conversamos, la pasamos bien los cinco minutos que duró el dichoso pudín y fueron felices (quiero pensar yo), y a mí se me hinchó el corazón de la alegría, algo que me sucede cada vez que alguien come algo que preparé y sonríe.
¡Gracias Julia, por siempre hacer mi corazón bailar!

Receta 36: Pudín de maíz con jamón del diablo

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