Si hay algo que le gustaba a #QueridaJulia eran los viajes. Creo que visitó todos los países que quiso en su vida. Para mí, que mis abuelos se fueran de viaje era todo un acontecimiento, había que ir a despedirse de ellos, ya que generalmente los viajes de #QueridaJulia eran bastante largos.

#QueridaJulia en algún lugar del mundo.
La despedida, además de la visita y de la despedida incluía dos cosas: pedir algo, no se me olvidará nunca cuando le pedí que me trajera un CD, sí un disco compacto, ella no tenía idea de lo que le hablaba, se había quedado en el casete, y que Pepito en vez de darnos el dólar de la semana nos diera en dólares la cantidad de semanas que no iba a estar en Panamá.
Después llegaba la visita de la bienvenida, a recibir los regalos y a escuchar los cuentos del viaje. ¡Qué maravilla! #QueridaJulia lo contaba con detalle y no solo lo contaba, sino que todo lo apuntaba en cuadernos que llamaba “La Biblia”. Ella apuntaba lo que hacía, lo que se comía, lo que se compraba y cuánto le había costado, en esos cuadernos también hacía sus reviews de los hoteles y los restaurantes donde se quedaban y comían. Esos cuadernos eran el Yelp de esos tiempos.
Yo tuve la suerte de viajar varias veces con mis abuelos, tremendas experiencias, jamás se me olvidarán. En los viajes comer era parte vital de la agenda, claro está.

Pepito y yo. Esto fue en New York, en la plataforma de observación Top of the World en el piso 107 del World Trade Center.
La receta de hoy es de un viaje de mi abuela a Marbella, España, como verán escrita por quien sabe quien del restaurante, pero el papel dice que es de parte del director del restaurante y como vivimos en 2018 lo «googlié», el restaurante ya no existe, pero si me encontré con la reseña gastronómica de 1987 del lugar.
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