Mi abuela tenía alma gitana… no he conocido a persona que se mudara más que ella. Que yo recuerde, vivió como en cinco lugares, pero me cuenta mi mamá que en verdad vivió como en 10 diferentes y que, si no le hubiera dado alzhéimer, seguramente se habría mudado por lo menos una vez más en su vida.

Saco el tema de los lugares donde vivió mi abuela Julia porque en su casa había cena familiar los miércoles, y tengo muchas cenas grabadas en el disco duro, pero de las que más me acuerdo son de las que tuvieron lugar cuando ella vivía en Ancón.  Supongo que porque el camino hasta allá era largo, porque llegábamos como a la selva, nos salían ñeques y venados. Las recuerdo porque a mi abuela le encantaba sacar a mi hermano a ver el tren cuando pasaba, pero, sobre todo, por el olor de la comida cuando llegábamos.

A mi abuelo Pepito le encantaba comer carne, y a eso olía muchas veces esa casa: a vino, a carnes, a cebollas al horno.

En el recetario que me tocó a mí encontré varias recetas para hacer filete. Mi mamá insiste en que la que escogí para esta semana en el blog no es la que se hacía todo el tiempo en casa de los abuelos. Según ella, la clásica era el filete al horno con vino, pero esa, o está en el recetario que se llevó mi hermano, o no está anotada. (Supongo que Julia se la sabía de memoria).

La que finalmente elegí me llamó la atención porque pide quemar dos barras de mantequilla para cocinar allí el filete. Y bueno, yo no soy de las que le tienen miedo a la mantequilla, sino todo lo contrario.

Bueno, la cosa es que el sábado pasado me encontré con un filete marinado en la nevera –conste que la receta no dice que lo marines- y procedí a cocinarlo siguiendo la receta. Tenía mis dudas con respecto a eso de QUEMAR mantequilla y dorar allí el filete hasta dejarlo con una costra dura negra, pero debo decir que quedó rico: la costra crujiente y el centro suavecito. El que no dio la talla fue el extractor. La casa quedó impregnada.

Estas recetas son del año del pum, cuando la vida era más barata. Hoy es una receta cara. El filete está incomprable y la mantequilla, carísima. Tal vez se puede replicar con punta de palomilla, pero no lo he intentado.

A la gente de mi vida le gusta que la carne les diga mmmuuu cuando la parten.  A mí no tanto, así que con el filete me salgo con la mía, ya que las puntas se cocinan mientras el centro muge.

Como verán en la foto, las chiquillas se sirvieron primero y ¿de dónde? Del centro. Se comieron casi todo entre ellas y entonces me acordé de algo que decían mis abuelos cuando me devolvían de algún viaje o de Coronado: “Carmen, a esta chiquilla yo te la visto, pero no te la alimento”. ¿Será que me les comía también más de la porción esperada de filete?

Receta 38: Filete a la mostaza con mantequilla

A todos en mi casa les gusta el filete en todas sus presentaciones. Este lo serví con papas fritas.
Si lo rebana delgadito se puede utilizar para hacer emparedados, me gustan con panecillos de huevo.

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